Las cazuelas en las que Angela elabora sus mermeladas.
Angela muestra las mermeladas recién hechas en su obrador.
Naera Haundi: una forma de vida
Angela Linskey, originaria de Inglaterra, y el donostiarra Jesus Mari González viven desde 1984 en el caserío Naera Haundi de Abaltzisketa, donde han aprendido a autoabastecerse y se dedican a cultivar fruta y a elaborar mermeladas.
Aunque articula un perfecto y hermoso euskera, su acento delata de Angela Linskey su origen Anglés. Hace años emprendió con su hermana un viaje en autoestop para conocer Europa y el destino la condujo a Donostia, donde conoció entre muchos otros amigos, al donostiarra Jesus Mari González. Desde 1984 el lugar donde su interesante historia encuentra cobijo es en el caserío Naera Haundi de Abaltzisketa, un caserón abandonado que adquirieron para plantearse otra forma de vida, desde y hacia la naturaleza. Allí fue donde optaron por dedicarse a la producción de fruta ecológica y su transformación en mermeladas también ecológicas.
Mientras el mundo se preocupa de la vuelta al trabajo y el estrés post vacacional, Angela y Jesus Mari afrontan el nuevo curso con el mismo espíritu con el que lo cerraron. "Para no tener este tipo de problemas consigo mismo, lo mejor es no coger vacaciones en todo el año", comenta entre risas Jesus Mari. Hace muchos años que no saben lo que es hacer vacaciones, ya que hace muchos años decidieron dedicarse por completo al caserío, sus animales y sus árboles frutales, lo cual conlleva un trabajo diario. "Lo cierto es que tenemos mucho trabajo, pero también tenemos otro tipo de aficiones que nos relajan como la lectura o los paseos", añade Angela.
No es fácil resumir el recorrido de Angela y Jesus Mari antes de llegar a Abaltzisketa. Antes de instalarse en Euskal Herria, viajaron a Inglaterra donde Jesus Mari perfeccionó su inglés; también vivieron algunos años en un caserío de Urnieta junto a otro grupo de amigos y vieron que era necesario aprender euskera si querían vivir en el caserío. Lo hicieron en Lazkao y hoy es un placer oírles hablar euskera.
En Naera Haundi se aboga por una filosofía particular de vida y de descanso en armonía con el entorno, generan más del 50 % de la energía que consumen a partir del sol y la biomasa, producen fruta y elaboran mermeladas ecológicas. Como complemento, poseen dos apartamentos dentro de la denominación de agroturismo, y realizan actividades lúdicas como tiro con arco, artes marciales, o visitas guiadas por su explotación.
A pesar de vivir en un paraíso particular alejados del ritmo frenético de la ciudad, Angela y Jesus Mari no viven aislados del mundo, y es un gusto conversar con ellos sobre las reglas del mercado actual, el inusitado traslado de materia prima en el mundo, la manida crisis económica o, incluso, la comercialización de espárragos de Navarra que llegan desde Perú. "No entendemos hacia dónde va este mundo y los intereses de la industria y los gobiernos que nos dirigen", reflexionan. Se horrorizan ante el salvajismo de la industria alimentaria y Angela se lamenta de la situación de la agricultura en Euskal Herria. "Creo que los gobiernos han perdido aquí una gran oportunidad de crear una agricultura ecológica, ya que en Euskal Herria los caseríos y terrenos son pequeños y las distancias muy reducidas", explica Angela. Cuando ellos comenzaron a dedicarse a la agricultura ecológica supuso una gran revolución. Sin embargo, ahora la palabra "eco" está en boga. "Lo que en realidad se está poniendo de moda es la ecoindustria, que busca poner una etiqueta a sus productos para vender más", alerta Jesus Mari.
Las mermeladas en Naera Haundi se elaboran según recetas tradicionales, usando sólo como materia prima la fruta y el azúcar de caña ecológico. "Realizamos todo el proceso a mano, teniendo en cuenta las características de las diferentes frutas que cultivamos. La fruta pequeña, como la grosella o la frambuesa es la que mejor se adapta a este entorno húmedo, pero también tenemos higos o kiwis. Los cítricos no aguantan este clima y esta fruta nos la traen. Una vez embotada en el obrador, pasa a una sala de reposo donde descansa un tiempo antes de etiquetar y pasar al almacén", detalla Angela, quien se encarga de elaborar las mermeladas.
La autosuficiencia es su consigna. Además de los árboles frutales, tienen poneys, conejos y una pequeña huerta. La hierba que cortan entre los frutales se emplea como abono, hacen compost, utilizan purín de ortigas para fortalecer las plantas, decuecen la cola de caballo para combatir los hongos y también el ajo contra ciertos insectos.
Hasta hace algunos años era Angela quien se encargaba de acudir puntualmente a las ferias para comercializar sus mermeladas. Ya no lo hace "porque no era rentable" y Lur Lan Baserritar Elkartea es quien se encarga de hacer llegar sus producciones directamente al consumidor, sin intermediarios.
FUENTE: NOTICIAS DE GIPUZKOA
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